viernes, 9 de septiembre de 2011

Despiérta. Mírame. Acaríciame. Vuelve a dormirte, y cuando te despiertes, quiero que estés a mi lado, y me mires a los ojos. Ahí. Quédate quieto, quiero quedarme en ese momento toda mi vida. Quiero que tú seas mi sonrisa y mi llanto. Quiero mirarte y saber que después me espera algo mejor. Finge que estás enfadado, y sonríeme para que pueda ver ese brillo en los ojos. Me moriré cuando te vea con otra, y me quedaré callada para que no pienses que estoy celosa, aunque lo esté. Sonreiré a tu lado hasta que me duela. Te querré lo inimaginable. Te pensaré todos los días, y cuando te bese, te besaré con intensidad, para que no se te olvide. Te miraré cada vez que tenga oportunidad. Iré contigo donde haga falta, al fin del mundo si quieres. Me pondré romanticona para que no te vayas nunca. Te picaré para que te enfades y yo pueda arreglarlo. Te recordaré cada momento. Y cuando pase el tiempo... Cuando pase todo esto, volveré a hacer lo mismo; te lo aseguro. Porque lo mejor no se encuentra fácilmente, y yo a ti te encontré con el tiempo. Por eso, me quedaré en silencio cuando tenga mucho que decir, y, pocas veces, diré lo que siento realmente por ti. Es lo que me queda, esperar sentada a que vengas, y cuando vengas, no sé. Supongo que a disfrutar, porque si una cosa tengo clara, es que es lo único que puedo hacer contigo: disfrutar

Quiero que me lleves lejos de aquí, de mi rutina. De esta mierda que me envuelve todos los días, de la gente que solo quiere hacer daño. Vamos a beber Vodka barato, a montarnos en la montaña rusa hasta acabar vomitando. Vamos a bailar en cualquier barucho de mala muerte, a cenar en un restaurante pijo. Vamos a ver una peli, en tu cama, quiero perderme en tus sabanas. Vamos a dibujar nuestros nombres en la arena, a hacer el ángel en la nieve, a pasear a caballo por la playa pisoteando las olas.

jueves, 8 de septiembre de 2011

En ese preciso instante fue cuando me di cuenta de que todo había terminado.
Todo había sucedido tan rápido que apenas lo recuerdo ... En ese momento quería sentirme libre. Quería sentirme feliz, quería volar y tocar el cielo con la punta de los dedos. Quería tener alas para volar lo más alto que pudiera. Pero sabía que eso no era posible. Tan sólo podía quedarme ahí sentada,
bajo el cielo de París.